Mosaico de Écija



Mosaico romano del siglo III, encontrad debajo de la plaza de las Armas en Sevilla, que se encuentra en un buen estado de conservación.
Apreció en una gran estancia rectangular, que por sus características pensaron que podría tratarse de un “triclinio” o comedor de una rica casa romana, posiblemente perteneciera a un personaje adinerado. La pieza fue realizada con teselas ocres de terracota y de pasta vítrea, material poco frecuente; así se obtuvieron las tonalidades azules, naranjas, turquesa de la composición. La pieza está compuesta de dos paneles principales, enmarcados por un esquema geométrico formado por olas en todo el perímetro y por cenefas de trenzas y cubos en el lado suroeste. El mosaico constaba de 14 escenas, de las que se han perdido totalmente dos y una tercera se conserva de un modo parcial. En las escenas se distinguen treinta figuras, entre estaciones, personajes mitológicos y animales.
El primer panel presenta las estaciones del año, de las que se han conservado el otoño y el invierno, y una parte del verano. Las demás escenas son de tema mitológico, relacionadas con los amores de Zeus: Dánae y la lluvia de oro, el rapto de Europa, Leda y el cisne, Cástor con un caballo, Antíope y un sátiro, y Ganímedes y el águila. En el segundo panel se puede ver los motivos agrícolas y de fertilidad (como la Madre Tierra), una escena de vendimia e Icario descubriendo el vino.
Según Sergio García-Dils (el descubridor), en la realización del mosaico se aprecian varias manos. Su calidad es excepcional, ya que los artesanos no sólo representaron las escenas, sino que intentaron darles volumen, movimiento y todo lujo de detalles. El arqueólogo también destaca la calidad en el tratamiento de los peinados femeninos y la expresividad en los rostros de los personajes, además del extraordinario estudio anatómico de la figura del dios Zeus transformado en el hermoso toro sobre el que la joven Europa monta.
 El mosaico será consolidado por tres arqueólogos y cinco restauradores antes de ser dividido en planchas para trasladarlo al laboratorio, donde será estudiado y restaurado. Después volverá a colocarse de nuevo en su emplazamiento original. Se prevé que todo este proceso dure aproximadamente entre uno y dos años.

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